Al ver los ataques terroristas del 11 de septiembre en 2001, el estadounidense Brandon Blair decidió que se alistaría en la guerra contra el terrorismo mientras estaba en la universidad.
Entre los primeros en luchar, Brandon se convirtió en infante de marina y fue enviado al frente iraquí.
Antes de abordar, un anciano cristiano abordó el autobús militar y entregó copias del Nuevo Testamento de Gideons International.
Pero el marino no llegó a leer la pequeña Biblia. En el frente, en Faluya, fue un baño de sangre.
La situación era tan mala que la comida del pelotón fue enviada en helicóptero y lanzada desde el aire. La única vez que un capellán fue a ministrar a los soldado, su vehículo fue alcanzado por un explosivo y no pudo regresar.
Sin embargo, en agosto de 2006, Brandon recibió un disparo en el pecho por la bala de un francotirador.
Una tormenta de arena impidió su rescate en helicóptero, por lo que tuvo que esperar más tiempo para una evacuación por tierra.
Mientras luchaba por su vida, Brandon recordó el Nuevo Testamento en su bolsillo y comenzó a clamar a Dios por misericordia.
Cuando llegó el rescate, el milagro ya estaba ocurriendo en el cuerpo del soldado.
