La fe del actor de Hollywood Denzel Washington ha sido una de las más impactantes dentro de la inmensa industria del entretenimiento, pero pocos saben la cantidad de consejos basados en la fe que lo formaron hasta el día de hoy y que todavía sigue poniendo en práctica.
Comenzando por la infancia del actor, su abuela lo llevaba siempre a los cultos de domingo y su padre también fue pastor, realmente una bendición crecer dentro de un hogar donde los valores cristocéntricos fueran la clave para tener una buena crianza.
Aclamado por los dones que Dios le dio para la actuación y las artes escénicas, los mismos de los que él reconoce que provienen del cielo, el aclamado ganador del Oscar también se le conoce por servir a los demás ya sea a través de distintas fundaciones como Save Africa’s Children o Nelson Mandela Children’s Fund, o de un consejo acertado y apropiado para un momento de angustia como el que le dio a Will Smith tras su inusual encuentro con el comediante Chris Rock en los premios Oscar’s de este año.
El ejemplo que le dio su padre, aunque no creciera junto a él debido a la separación de sus padres cuando tenía 14 años, sigue estando presente en sus pensamientos sobre dejar su carrera como actor y pensar seriamente ser un ministro de fe.
Aunado a eso, un consejo sobre la fe es lo que le ha mantenido anclado a la realidad, con humildad y reconociendo que si no hubiera sido por la gracia y ayuda del Señor, toda su trayectoria no sería de tal grado como se le conoce.
Un día mientras estaba en el trabajo con su madre, a quien le gustaba cantar góspel, un hombre lo vio y le escribió unas líneas que atesoraría de por vida; él guardó el papel en su billetera llevando por siempre esas palabras en su corazón.
Pero Denzel también ha luchado con la rebeldía de la edad y demás batallas en la fe, las cuales le devolvieron hasta los caminos del Señor siendo tocado por un mensaje llamado “Solo déjalo ir”, éste llamó a su madre debido a que “estaba siendo lleno del Espíritu Santo”, le dijo su madre en ese entonces.
Para superar esa etapa, se dio cuenta de que podía comenzar de nuevo bajo la dirección de la fe y “marcando la diferencia” con una tradición que le enseñó lo importante que es la relación con Dios y una búsqueda constante de su presencia.