Fue Dios quien me salvó», dijo Eci Coutinho Bella, de 72 años tras ser arrastrada durante tres manzanas en un coche robado.
El pasado sábado 9 de abril, la anciana regresaba con su familia de un cumpleaños cuando el vehículo se detuvo en un semáforo del barrio de Pavuna, en la Zona Norte de Río de Janeiro, Brasil.
La familia fue asaltada por dos ladrones en moto. Uno de los delincuentes apuntó con una pistola al conductor, Alex, el hijo de Eci, y lo sacó del carro. La nuera y los nietos, de 7 y 14 años, consiguieron salir del vehículo, pero Eci quedó atrapada con el cinturón de seguridad.
Eci, quien es miembro de la Iglesia Bautista, recuerda que había notado varias señales de que algo malo se avecinaba. «Antes de ir, parecía que había algo que me advertía que no debía ir», dijo a Extra.
«En el camino de vuelta, por increíble que parezca, mi nieta me dijo: ‘Maw Maw, no te abroches’. Pero le dije: ‘Tienes que hacerlo, Kimberly, porque el coche está pitando’. Parecía que estaba adivinando, ¿verdad?».
«Cuando mi hijo paró en el semáforo para venir por aquí (a Pavuna), pensé: es peligroso parar aquí, hay muchos robos. Cuando terminé de pensar, la pistola ya estaba en su oreja», recuerda Eci.
Su nuera intentó ayudarla a quitarse el cinturón, pero debido a su nerviosismo, la anciana no pudo soltarse. «Creo que me quité el cinturón, pero luego me volví a enredar en él. No sé cómo sucedió, no puedo decirlo. Entonces, cuando vi, ya me estaban arrastrando», dijo.
Fue entonces cuando empezó a orar: «Mientras me tiraban, sólo podía pensar en Dios. Simplemente grité y le grité: ‘¡Voy a morir, Dios mío! Dios, ayúdame. Dios, sólo tú para mí. Sé que no merezco nada del Señor, pero ayúdame, Padre mío. Todo lo que hizo fue gritar, todo lo que hizo fue gritar. De repente, el cinturón se soltó y caí a un lado. Podría haber caído bajo el neumático, ¿no? Creo que fue Dios quien me salvó».
Eci fue arrastrada durante una distancia de aproximadamente 400 metros y sufrió graves lesiones en todo el cuerpo, principalmente en la espalda.
El pasado viernes santo por la mañana, la anciana fue dada de alta del Hospital Getúlio Vargas y salió de la unidad con sus hijos, agradecida por su liberación.
«Creo mucho en Dios. Si no creo en Él, ¿en quién voy a creer? Es el único. En el hospital, estuve hablando con Él. Orando. Vivo hablando con Dios. Toda mi vida es así», dijo la anciana.
Desde el suceso, Eci dijo que ha recibido oraciones de su iglesia. «Mi iglesia (Iglesia Bautista) es muy grande, ¿sabes? Así que no puedes hacer muchos amigos. Pero conozco a todo el mundo, me llevo bien con todos. Hay personas que están orando por mí y ni siquiera me conocen. Se ve que les gusto», afirma.
Cuando se recupere por completo, Eci tiene la intención de viajar más y seguir alimentando su fe. «He renacido. Con Dios, siempre renacemos. He leído la Biblia cuatro veces, de principio a fin. Cada vez que lo leemos, aprendemos más y más», dijo.
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