Un milagro del Señor dió alegría a toda una familia cuando un pastor en sillas de ruedas recibió sanidad para llevar a su hija al altar.
Doug Zirkle, de 58 años, es pastor y sufrió un accidente camino a su casa cuando tuvo un shock diabético; su auto se estrelló contra un barranco y fue llevado de emergencia a un hospital.
Previamente, el pastor Doug estaba en un mal estado de salud como receptor de un riñón, y con el accidente tenía una fractura de espalda, dos hemorragias cerebrales y una caída de la presión arterial.
Su esposa temía de que la hora de partir de su esposo hubiera llegado debido a que fue trasladado a un centro de traumatología en Denver, Colorado.
“Seguía pensando, ‘Señor, ¿ha llegado su día? ¡Por favor, no!”, dijo Lisa para 700 Club.
Para completar todos los procedimientos que necesitaba, Doug fue sometido a una cirugía muy arriesgada para prevenir una hemorragia interna; tras 5 horas de operación, los órganos del pastor estaban intactos y su familia lo atribuye a la oración.
Entonces empezaron a clamar por otro milagro: un buen resultado por una cirugía de médula espinal y que volviera a caminar; fue cuando se dió cuenta Doug de su grave condición.
“Recuerdo haber escuchado cosas como ‘es posible que ya no camine’. Recuerdo que agradecí a Dios, no porque estuviera vivo, sino porque Él estaba conmigo. Simplemente lo sabía», contó.
“Tenía mucha gente apoyándome, orando por mí y diciendo cosas como, ‘Siento que vas a caminar’. ¿Y sabes qué? Recibí, acepté esa palabra. No estaba preocupado por eso», agregó diciendo que su fe nunca desmayó.
Aún en sillas de ruedas cuando fue dado de alta no perdía la esperanza de volver a caminar, todo con el único objetivo de cumplir un sueño: “Mi objetivo era llevar a mi hija al altar el próximo Día del Padre”, recordó.
Unos diez meses después y mucha oración, el parte Doug volvió a caminar, porque sabía que “El Señor estaba conmigo. Nunca he estado tan seguro de la presencia de Dios”.
El tiempo en familia cada día después de su recuperación se hizo mucho más ameno, y sabían que Dios realmente había hecho un milagro a través de tantas oraciones.
“Realmente consolidó aún más mi fe en que el Señor tiene el control”, dijo Lisa, en compañía de sus hijos y nietos.
“Fue solo un accidente automovilístico y Dios manifestó su presencia. Y todo es para su gloria”, finalizó.