Desde funerales, hasta festividades navideñas, eventos conmemorativos y actos de gobiernos, el himno “Amazing Grace” o “Sublime Gracia” se ha escuchado por más de 250 años, tocando el corazón de quienes lo escuchan a través de un profundo mensaje de la misericordia de Dios.
Según Daniel Johnson, investigador de doctorado en la Universidad de Leicester, este himno ha trascendido por sobre otros, que quizás sean musicalmente más complejos, ya que “nos muestran el poder que ha tenido para tocar la experiencia humana y dar a las personas las palabras que necesitaban” y cita que hay dos cosas que esta canción hace de manera brillante.
“Primero, el himno unifica a las personas. Las verdades de las palabras resuenan a través de las fronteras del tiempo y la cultura. Y segundo, el himno le permite al cantante contar su propia historia. “Amazing Grace” ha resistido la prueba del tiempo porque tú y yo podemos encontrar un lenguaje que articule nuestra experiencia de vida y fe.” Escribió Johnson en el Christianity Today.
Y es que detrás de esta canción tan profunda existe una historia igual de impactante, y es la de John Newton, un clérigo evangélico anglicano y traficante de esclavos reformado.
Tras perder a su madre joven se unió a su padre para dedicarse al tráfico de esclavos, algo “moralmente repugnante” incluso para sus colegas, lo que culminó en su abandono en África Occidental.
“Era en efecto, aunque sin el nombre, un cautivo y un esclavo”, expresó Newton en el libro Thoughts upon the African slave trade.
Tras ser rescatado, fue un momento de tormenta que lo hizo correr a los pies de Dios, según había aprendido de su madre. Su fe a partir de ese momento creció hasta convertirse en ministro en Olney, Buckinghamshire y conoció a William Cowper con quien comenzaría a escribir himnos.
Según narra la historia, era costumbre de Newton escribir canciones para cantar luego de sus sermones y fue en enero de 1773, que escribió “Revisión y expectativa de la fe”, basado en una prédica sobre 1 de crónicas 17:16-17, himno que luego se llamaría “Sublime Gracia” o “Amazing Grace” en inglés.
“El himno dio voz al agradecimiento del rey David por la gracia de Dios en la promesa del pacto de un reino que perduraría a través de todas las generaciones. En seis versos, la historia de la gracia pasa de la conversión a la providencia, a la esperanza de paz mientras pasa por el velo de la muerte”, explica Johnson.
Fue esa gracia de Dios que experimentó Newton lo que lo llevó a desear que muchos fueran alcanzados por la misma misericordia y plasmarla en el icónico himno.
Johnson escribe: “Hubo suficiente gracia en Cristo para guiar a David, Newton y a todos nosotros “a salvo hasta ahora”, y seguramente nos llevaría a casa. Newton escribió que “necesitamos la gracia irresistible soberana para salvarnos… no podemos velar, a menos que él vela con nosotros; no podemos luchar, a menos que él lucha con nosotros; no podemos estar de pie un momento, a menos que él nos sostenga””.
Christianity Today explica que la canción ha sufrido varias transformaciones conforme cruzó de frontera a frontera:
Los cristianos negros tomaron la canción e hicieron la suya propia. Las dos primeras grabaciones de gospel se realizaron en la ciudad de Nueva York en 1926 por el reverendo HR Tomlin y el reverendo JM Gates.
La versión gospel definitiva fue grabada en 1947 por Mahalia Jackson con Apollo Records. Ella canta solo el primer verso en una interpretación en legato casi a capella con escaso acompañamiento de órgano.
Cuando más tarde se unió al movimiento de derechos civiles, Jackson actuó regularmente junto a Martin Luther King Jr. Cantó en Selma, en la Marcha en Washington y en el funeral de King. Su versión de “Amazing Grace” trajo una nueva vida a la historia del himno.
Johnson, reflexiona finalmente diciendo:
“El pacto que Dios hizo en 1 Crónicas 17 fue un pacto que sobreviviría a David. Es un pacto finalmente cumplido en el reino eterno de Cristo. Cuando hayamos estado allí 10,000 años, como dice el versículo final agregado, apenas habremos comenzado. Cada uno de los que cantamos el himno, seamos o no conscientes de las intenciones originales de Newton, podemos hacer nuestras esas palabras”.
“Durante 250 años, el himno ha consolado, convertido, desafiado y alentado a quienes lo cantan. Sospecho que seguirá haciéndolo durante otros 250, al menos”, concluye el escritor.