Tras haber vivido una vida de espaldas a Dios, casi muriendo y sin esperanzas de salvarse de una terrible enfermedad, una atea radical aceptó a Cristo de la forma más inesperada posible.
Cassidy Kellagher, llevaba una vida bastante única: era una vegana extrema, se declaró pansexual y era increíblemente egoísta, según su propio relato; ella misma dice que su conducta pasada sería un motivo de vergüenza para la fe cristiana.
Hizo del veganismo su propio Dios, trabajó y luchó por los derechos de los animales, participó en protestas y hasta llegó a usar un traje de baño hecho de lechuga frente a Capitol Hill en rebeldía por el consumo de carne, simplemente una vida bastante radical que sería difícil de dejar, hasta que un diagnóstico médico cambió su perspectiva sobre la vida.
Para 2019 fue diagnosticada con la enfermedad de Crohn, conocida también como una enteritis regional, la cual inflama de manera crónica el tracto digestivo y no tiene cura, en el peor de los casos los síntomas son tan fuertes que se necesita cirugía pero se controla más no se sana por completo y puede producir cáncer colorrectal, según Mayo Clinic.
Los dolores eran tan fuertes y los daños a su estómago tan severos que perdió casi 28 kilos en solo 3 meses ya que su salud se iba deteriorando sin importar la cantidad de medicamentos que usara para controlarlo; no soportaba ningún tipo de comidas y tampoco líquidos, por lo que pensó que la muerte era la mejor opción en los peores 6 meses de su vida, por supuesto contempló el suicidio pero tan débil estaba que no podía caminar por si sola.
Estando internada ese mismo año por la gravedad a la que había pasado su enfermedad, en plena víspera de Navidad pensó que ya ese era su último día en la tierra y estaba dispuesta a dejarse ir, pero entró una mujer de apariencia jamaiquina que jamás había visto porque era frecuente para ella estar saliendo y entrando en el hospital.
Pesando 36 kilos, ya no podía ni decir una sola palabra cuando la mujer comenzó a hablarle por lo que comenzó a llorar con la intención de protestar porque la mujer dijo que iba a orar por ella en ese momento; Serás sanada dijo la mujer con gran pasión por Cassidy y luego se fue dejándola dormir.
Ella esperaba no amanecer con vida para el día siguiente, pero cuando despertó se llevó la sorpresa de que su cuerpo ya no sentía dolor, y los médicos al ver tal evolución la dejaron ir a casa con su madre; tan solo un día después ya había vuelto a su vida desordenada, sin agradecer a Dios por la sanidad recibida.
Tratando de encontrar esa “luz” que manifestaba llevar por dentro, se unió a distintas culturas como budismo, pero el Covid la golpeó y entonces comenzó a recordar a la mujer que oró por ella haciendo todos los intentos posibles para encontrarla pero fue fallido, por lo que pensó que fue un ángel que Dios envió para que orara por ella.
Dejando su orgullo de lado, se dio cuenta y comenzó a creer que si existe un Dios que cuidaba de ella y que había aliviado sus dolores, y aunque hizo de todo para avergonzar a la fe cristiana, el Señor le demostró cuanto la amaba sin importar su pasado; testificó que solo tuvo que abrir su corazón y recibió su bendición.
Su fe comenzó a crecer y a pesar de que ha pasado por las peores cirugías debido a su condición de la que aún no está 100% sana, porque tiene una vía intravenosa permanente y una bolsa en su estómago, dice que aun en ese proceso todo es mejor con Dios a su lado, reflexionó que por todas sus acciones merecía el infierno pero manifestó que el Señor la rescató; fue su misma fe la que hizo que su madre también se convirtiera a Cristo, porque también ella era atea.