Una ex musulmana de Teherán, Irán, que emigró a los Estados Unidos cuando era niña, reveló recientemente cómo una visión de Jesús la sacó de una vida de caos y dolor y la llevó a una relación con el Señor.
Nikta, quien no revelo su apellido debido a preocupaciones de privacidad, le contó a The Christian Post sobre su educación y cómo finalmente llegó a rebelarse, a pesar de crecer en un hogar firmemente en sus creencias islámicas.
Al emigrar a Estados Unidos, Nikta comenzó a introducirse desde muy joven en el alcohol y los cigarrillos.
Más tarde, el trauma agravó sus problemas y se vio envuelta en prácticas de la Nueva Era como los cristales, experimentando pensamientos suicidas y dolor emocional en el camino.
Testimonio
El momento crucial para Nikta llegó cuando su madre las convenció a ella y a su hermana de ir a Irán un verano, y su madre creía que el viaje ayudaría al corazón enfermo de su hija.
«No quiero ir», Nikta recuerda haberle dicho a su mamá. «Realmente no quería ir».
Pero se fue de viaje, y fue entonces cuando dijo que Dios apareció de una manera fascinante, cambiando su vida religiosa y atrayéndola a la fe cristiana.
Nikta dijo que vio una visión de Jesús mientras estaba acostada en una habitación en la casa de su tía en Irán. En su visión, Jesús tenía cabello oscuro y largo y vestía una túnica azul. Estaba dentro de una iglesia con vidrieras.
«Me miró y me dijo: Sígueme», dijo Nikta. «No pude escucharlo audiblemente decir Sígueme, pero sé que Él dijo eso».
El momento tuvo un profundo impacto en Nikta, quien buscó en Google imágenes de Jesucristo y se sorprendió al encontrar una que se parecía exactamente a lo que vio en su visión. De repente, la mente de Nikta estaba dando vueltas. Le envió un mensaje de texto a su novio, un cristiano, y él se ofreció a llevarla a la iglesia cuando regresara a casa.
Después de llegar a casa, Nikta se sumergió en la fe cristiana y se bautizó. Su familia no estaba entusiasmada con su decisión, y algunos miembros cuestionaron por qué dejaría el Islam.
En un momento, dijo que su padre la regañó, la empujó y comenzó a pisotearle la cabeza. Su padre, como su mamá, estaba enojado por su conversión.
«Él estaba diciendo, No vales nada. ¿Quién crees que eres? Porque sigues a Jesús, te crees tan especial», dijo Nikta, señalando que finalmente se reconcilió con su familia. «Seguían encontrando formas de comunicarse conmigo. Recuerdo que Dios me habló el día después de todo el abuso y me dijo que los perdonara».
Ahora Nikta se encuentra casada con el novio cristiano antes mencionado y tiene un hijo.