Una nueva encuesta encargada por la Iglesia de Inglaterra ha revelado que las generaciones más jóvenes son más propensas que los mayores a dedicar tiempo a la oración.
Más de la mitad de los jóvenes de 18 a 34 años, el 56%, informaron haber orado alguna vez, en comparación con el 48% de los adultos en general. El porcentaje se reduce al 41% cuando se trata de adultos de 55 años o más.
«Estos resultados desafían la suposición demasiado común de que los jóvenes no están interesados en la fe o en las cosas espirituales», dijo el Dr. Stephen Hance, director nacional de evangelización y testimonio de la Iglesia de Inglaterra. «De hecho, nos muestran que -más que simplemente estar interesados en la espiritualidad- ya la están explorando en la práctica, en mayor medida que sus mayores».
Y añadió: «Ante las crecientes presiones y la enorme incertidumbre a la que se enfrenta la gente de todas las generaciones, muchas personas de todas las edades están sacando fuerzas de Dios en la oración».
Stephen Cottrell, arzobispo de York, dijo en respuesta al estudio que la oración puede transformar radicalmente la vida de una persona y es una parte integral de la fe cristiana.
«Como cristianos», dijo, «la oración es el cimiento de nuestra fe y profundiza nuestra relación y comprensión de Dios».
Desafortunadamente, cuando se trata de la oración diaria, las cifras descienden drásticamente. Sólo el 13% de los 2.073 encuestados declaró orar a diario. El 14% de los jóvenes de 18 a 34 años dijo lo mismo.
A lo largo del Antiguo y del Nuevo Testamento, los escritores de la Biblia imploran repetidamente a los cristianos que dediquen tiempo a la oración. Incluso Jesús, en los momentos previos al arresto que terminó en su crucifixión, pasó tiempo a solas en Getsemaní, donde oró al Señor (Mateo 26:36).
Los cristianos oran porque es un mandato bíblico comunicado repetidamente. Los creyentes dedican tiempo a la oración por varias razones, como un acto de servicio a Dios, una forma de arrepentirse, de discernir la voluntad de Dios, de superar la tentación, de buscar fuerza espiritual y de hacer peticiones por nosotros mismos y por los demás.
